domingo, 8 de agosto de 2010

lunes, 22 de febrero de 2010

¿Cómo conservaban el conocimiento las culturas ágrafas?


Como parte de su escencia misma, el humano, al igual que muchos seres complejos, hay una necesidad intrínsica de comunicación con sus congéneres. En la especie homo sapiens el habla es el principal transmisor de ideas. Por esto es que en el último siglo del milenio pasado los estudios sobre las diferencias entre la oralidad y la escritura se incrementaron, considera Walter Ong.

Para los que vivimos en una sociedad de escritura, un mundo sin ella lo consideraríamos poco práctico, o difícil de imaginar. Se nos van las diferencias profundas que dividen a culturas orales de las escritas. Por lo que sería interesante averiguar lo que las diferencían. Y de pasada ver cómo preservaron sus poemas, historias, leyendas, conocimiento de quienes en el pasado y presente aún viven en este tipo de sociedades que no conocen nada o conocen la escritura pero no son practicantes.

Yo, como practicante de la escritura, casi podría afirmar que no hay diferencias entre lo escrito y lo hablado. Por que ya lo he interiorizado al desarrollarme en un contexto caligráfico. Quien vive en sociedades de escritura su oralidad es caligráfica, su pensamiento es igual a lo plasmado en un papel con tinta, creemos que como hablamos escribimos, o viceversa. Sin embargo, quien no conoce la escritura sus pensamientos tienen otras estructuras mentales que le ayudan a solventar la falta de la presencia de papel y tinta, pienso en las sociedades nómadas. Aun que la oralidad es la base de la escritura, la primera puede prescindir de la segunda, no siendo así alrevés. Una dio origen a la otra. Todo texto le corresponde un sonido.

Si bien es cierto que muchas sociedades sin escritura poseen conocimientos del mundo que les rodea, no lo "estudian", es decir, les falta una serie de herramientas como examinar, abstraer, explicar, ordenar y acumular los fenómenos o las consideradas como verdades, sólo son posibles con la escritura y la lectura; considera Ong.

En un principio la escritura únicamente posibilitó ordenar los discursos, siendo así que la retórica griega es el ejemplo más claro de cómo el texto se subsimió a la expresión oral, pero ayudo a que el discurso se nutriera de nuevas posibilidades, que se transformara en un arte ordenado, sintético, analítico, que necesariamente tuvo su origen en la escritura, afirma Ong. Fue mal visto cualquier referencia a un texto por parte de los oradores; gozaba de poca admiración.

En la Biblia hay referencias a la importancia de la tradición oral en Qoheleth (en hebreo) Eclesiastés (equivalente en griego), 12: 9-10. Sin embargo, las opiniones y críticas a la Ilíada y Odisea de Homero ya desde los romanos, y con fuerza a lo largo de los últimos 500 años van a ir formando ideas acerca de las características de los escritos, desde presentar una pésima redacción por lo que fueron creaciones de alguien sin ninguna instrucción sobre la escritura, estar constituidas por fragmentos. Robert Wood (siglo XVIII) se hacercó bastante a los estudios de Milman Parry, pues consideró que dichos poemas épicos los hizo quien no sabia leer y sólo una buena memoria posibilitaron su producción, sin alcanzar a explicar esos mecanismos memorísticos.

La trascendencia de Milman Parry está en el análisis de las palabras usadas para construir los versos y su posicionamiento en los mismos. Se dió cuenta de que era imposible grabarse en la mente palabra por palabra un verso. Algunos autores ya habían descubierto fórmulas en escritos de poesía moderna, sin embargo, Parry se adelantó a sugerir su presencia de éstas en los textos homéricos.

Enlace:
http://www.fce.com.ar/archivos/guias/Lenguayliteratura/ong.htm



Bibliografía

ONG, Walter J., Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, México, FCE, 1997.